Rolando es cubano, uno de los 29 de que fueron deportados el 9 de julio de 2016. Es el único de su familia que había logrado dejar Cuba. Es, además, profesor de deportes con especialización en ajedrez.
Llegó a Ecuador con una intención: viajar a los Estados Unidos para mejorar su nivel de vida. Sin embargo, el amor le hizo cambiar de rumbo. Rolando daba clases de ajedrez en la Liga Deportiva de Quevedo y, durante un torneo en Guayaquil, conoció a su novia Carmen. Ella estaba allí por su hijo, que también es apasionado de este deporte.
“La primera impresión que me dio fue de mucha confianza”, comenta ella. Se enamoraron y él decidió quedarse a vivir en el país. “Estaba fascinado, empezó a conocer a nuestra gente, a aceptar nuestra comida, hizo muchos amigos que lo valoraron”. Sin embargo, su situación económica no iba bien. Carmen cuenta que, en el mes de julio, se cumplieron cuatro meses desde que no lo pagaban. Aún así, “se mantenía ahí para recuperar ese valor que ya había trabajado”.
Un día, vio en el periódico que un grupo de sus compatriotas se encontraba en el Parque el Arbolito solicitando una visa humanitaria para ir a Estados Unidos. Recordaba que, tiempo atrás, en Panamá lo habían logrado. Su visa estaba vigente hasta el 14 de julio, prorrogable a tres meses más. Sin embargo, para renovarla debía pagar 500 dólares. “No tenía empleo estable, ¿de dónde iba a renovar su visa? Encima le habían quedado mal con cuatro meses de pago. Él no tenía otra opción y decidió aventurarse”, cuenta su novia. Rolando le había dicho que lograría llegar a Estados Unidos y que desde allí habrían arreglado todo para que ella también lo alcanzara y pudieran casarse.
El 3 de julio llegó a la capital y se instaló en el parque. Tres días después, a las dos de la madrugada, llegó “la policía con perros y armas, tirándoles las cosas, derribando las carpas”, cuenta Carmen. A pesar de que la situación migratoria de Rolando era regular, no poseía su pasaporte en aquel momento, por lo que lo subieron a un bus y se lo llevaron a la Unidad de Flagrancias. “Ahí lo metieron en un subterráneo frío, sin cobijas, sin camas ni nada”.
Su audiencia fue el 7 de julio al mediodía. “Él comentó que su pasaporte estaba vigente pero le dijeron que tendrían que esperar a verificarlo y el resultado de la audiencia se lo darían más adelante”, recuerda Carmen. Sin embargo, desde aquel momento, no volvió a saber nada.
Los bienes de los detenidos habían sido confiscados. Sin embargo, Rolando tenía su celular escondido y, cuando podía, le enviaba mensajes para contarle cómo estaba. “Él jamás pensó que lo iban a deportar, me decía que no me preocupe y que se sentía muy optimista”, comenta.
Sin embargo, eso no sucedió. El 9 de julio, a las dos de la madrugada, lo trasladaron al aeropuerto de Tababela y “se lo llevaron en un avión de la FAE, sin siquiera saber su sentencia”. Entre las nueve y las diez de la noche del mismo día, Carmen recibió una llamada suya desde Cuba.
Ahora, sobre Rolando pesa una regulación que no lo deja salir de Cuba por dos años. Además, según el Ministerio del Interior de La Habana, Rolando fue deportado por estar en las manifestaciones en contra del gobierno cubano en la Embajada de México en Quito, que ocurrieron cerca del 25 de junio. “Estamos viendo la manera de demostrar que él no estuvo allí”, cuenta su novia.
Rolando imparte clases privadas de ajedrez esporádicamente, pero puede trabajar en instituciones públicas, que es donde se concentran los empleos en Cuba. Conversa constantemente con Carmen, a pesar de que “no puede tener llamadas porque le están escuchando. Incluso si conversamos por medio de chat hay palabras que no podemos decir para que ellos no sospechen o no se sientan agraviados”, cuenta su novia.
Rolando quiere ahorrar dinero para comprarle un pasaje a ella y a su hijo. Sin embargo, Carmen quiere que se reconozca este atropello y que él pueda volver a Ecuador para continuar con sus proyectos. Uno de ellos es la creación de un club de ajedrez. Hicieron un proyecto y lo llevaron al Ministerio de Educación. Fue aceptado: en todas las escuelas de la provincia del Guayas se pueden impartir las clases. La idea de Rolando es traer más profesores de Cuba para enseñar. El otro, es casarse.
“Las conclusiones a las que hemos llegado es que esto no viene desde Ecuador, esto viene como un mandato desde Cuba porque ellos (el resto de cubanos deportados) hicieron una marcha en contra del gobierno, entonces simplemente eso no les gustó y dijeron ‘mándamelos’”.
Para leer la sentencia de Rolando, ingresa a esta página y digita el número de procedimiento 17151 – 2016 – 00500